Frente al fraude, el nivel de control interno es un factor crítico. Si los mecanismos de vigilancia de la empresa se relajan, el fraude tiene más posibilidades de aparecer y prosperar. Y eso es precisamente lo que hemos visto en FTI Consulting durante los años de pandemia. El caos organizativo facilitó irregularidades, como la gestión de fondos sin control o supervisión, o las contrataciones irregulares de proveedores àra determinados suministros expepcionales.
El impacto económico de estos hechos es relevante porque más de la mitad de las veces no se recupera ni un céntimo del importe defraudado y, además, porque el impacto reputacional también impacta en la cuenta de resultados. Afortunadamente, las empresas son cada vez más conscientes de la importancia de los sistemas de control para prevenir este tipo de delitos.
Según el último informe 2022 ACFE Report to the Nations de la Asociación de Examinadores de Fraude Certificados (ACFE, por sus siglas en inglés), se observa una mejoría en 2021 respecto de años anteriores debido a la implantación progresiva de herramientas de control dentro de las empresas. Especial importancia se le concede a la existencia, cada vez más frecuente, de canales de denuncia (‘hotline’ en inglés), que permiten a los empleados (y también a colectivos externos, como los clientes o proveedores) poner en conocimiento de la organización potenciales irregularidades manteniendo la confidencialidad y anonimato.
Estos procesos para la detección proactiva de posibles fraudes e irregularidades se han convertido en una de las principales preocupaciones para los ejecutivos de las compañías y sus accionistas, independientemente del sector en el que operen. Es fundamental promover una cultura corporativa comprometida para que todos los empleados colaboren en las investigaciones sin temor a represalias, impulsar los procedimientos y contar con los modelos necesarios.
Una buena prueba de fuego para conocer en profundidad si una empresa tiene un programa de denuncias efectivo es el tratamiento de todas las denuncias. No debería darse el caso de que las compañías elijan cuáles abordar o cuáles tomar en serio, por ejemplo, en base a criterios como la antigüedad del empleado, la posición, jurisdicción, etc.
Si el programa de una organización ayuda a identificar problemas en las etapas iniciales, es probable que eso posicione a la empresa de mejor manera para abordar los potenciales problemas antes de que se conviertan en un obstáculo importante o amenaza para el negocio.
De la misma manera, el anonimato no tiene que influir en la seriedad con la que una organización debe afrontar la resolución de una denuncia de irregularidades. De hecho, uno de los aspectos decisivos es que la compañía asegure al empleado que no habrá represalias por participar en el proceso. Los empleados que denuncien deben estar protegidos contra las amenazas, ya que la experiencia nos dice que, en muchas ocasiones, la respuesta natural puede ser ir contra la forma en que el empleado ha manejado la situación. Se trata de crear un ambiente favorable para comunicar infracciones. Establecer un canal de comunicación seguro y fiable representa uno de los instrumentos más eficaces para prevenir malas conductas y detectar infracciones en una organización.
Por último, no podemos olvidar que un canal de denuncias proporciona y fomenta las buenas prácticas empresariales. Si un trabajador observa conductas o acciones sospechosas que pueden suponer una infracción legal, comprometer la seguridad o la salud o incumplir los códigos éticos o la normativa interna corporativa, puede comunicarlo a través del canal de denuncias y hacer que la situación cese.
En definitiva, estos canales nos benefician a todos como empleados, empleadores y sociedad. De hecho, se pueden convertir en una extraordinaria palanca de cambio en el ámbito empresarial tanto a nivel local como internacional.
Óscar Hernández, Managing Director de FTI Consulting
Fernando Mirgone, Senior Director de FTI Consulting