Ya seáis universitarios o nunca hayáis ejercido esta profesión y se os abra este camino como una oportunidad dentro o fuera de tu actual empresa, con este tercer post me gustaría ayudaros para que complementéis esa lista de pros y contras que estaréis preparando – ya sea meramente mental o se haya materializado en papel–, y refleje de forma más fiel los aspectos positivos y los retos de esta profesión.
En los anteriores posts resumí cómo fue mi primera incursión y os hablé tanto de mis inicios como de las principales funciones del Compliance Officer. Ahora creo que debemos dar un paso más de cara a resolver la encrucijada en la que, supongo, os encontráis inmersos y, para ello, considero muy útil responder a tres grandes cuestiones: ¿qué habilidades personales se mejorarían ejerciendo esta profesión?, ¿nos podría enriquecer intelectual y profesionalmente? Y ¿a qué retos nos enfrentaríamos?
Os recomiendo, como punto de apoyo, la lectura del artículo recientemente publicado por mi compañero Rafael Tardío sobre “¿Por qué ser Compliance Officer?”, pero quiero ahora, en respuesta a las cuestiones propuestas, describir y en aras a darle un enfoque práctico a la propuesta de habilidades personales, qué nos aporta esta profesión junto a qué desafíos nos podemos encontrar lo que me parece una labor crucial que, seguramente, los que estemos trabajando en esta profesión ya hemos realizado en alguna ocasión.
En mi etapa inicial, yo no pude ni supe analizar estos extremos con detalle ya que este camino llegó por sorpresa a mi vida y me limité, sin más, a elegirlo; no obstante, después de ocho años ejerciendo me veo capacitada para sumar puntos relevantes a vuestra lista en relación con las cuestiones que os he avanzado:
a) Crecimiento intelectual, destacando el refuerzo de las siguientes aptitudes:
- Capacidad analítica: recurrir a lógica para identificar riesgos regulatorios, analizarlos, evaluar fortalezas y debilidades en el seno de la organización y definir un plan de acción en caso de ser necesario.
- Capacidad lectora, de síntesis e interpretativa: utilizadas fundamentalmente en tareas de investigación, análisis, gestión de riesgos e interpretación de normativa. Al tratar de comprender a fondo los documentos técnicos y legales, los informes de auditoría y las peticiones de asesoramiento que llegan por parte de los profesionales, se refuerza la comprensión de lectura. Asimismo, se requieren habilidades analíticas e interpretativas para resolver los problemas complejos planteados por los diversos profesionales y desarrollar soluciones al hilo de la regulación que les resulten efectivas.
b) Crecimiento personal, con mejoría notable en los siguientes campos:
- Diálogo y empatía: a raíz del desarrollo de estas dos funciones, el Compliance Officer genera confianza en los profesionales de la entidad, convirtiéndose en accesible; saber escuchar es primordial en la medida de que los miembros de la organización sienten que se puede hablar con el Compliance Officer sobre cualquier tema, sin que su opinión genere temores y sin necesidad de esquivarle para logar su fin.
- Valores éticos: al actuar con respeto por las normas y procedimientos y ser tan íntegros se potencia la moral y el sentido de ética empresarial de forma relevante;
- Organización: al manejar y cumplir plazos, desarrollar objetivos y realizan un seguimiento y/o priorización de los diversos temas sobre la mesa, se potencia la capacidad de realizar múltiples tareas, priorizarlas y prestar atención a los detalles;
- Destrezas orales: habilidad que se desarrolla a la velocidad de la luz dado que se utilizan diariamente habilidades de comunicación al formar al personal, aclarar temas de asesoramiento y realizar comunicados divulgativos sobre actualizaciones de procedimientos, normas, conclusiones del regulador, etc…
- Asimismo, se equilibran y desarrollan otro amplio elenco de habilidades personales como: coraje, sentido común, sensibilidad e intuición, prudencia, creatividad, sentido de responsabilidad, asertividad, confidencialidad, ecuanimidad y proactividad.
c) Principales desafíos a los que el Compliance Officer se expone en su trabajo diario que se tornan en fortalezas a medio y corto plazo:
Tener la capacidad de persuadir e influenciar en las decisiones: fundamentar y convencer, resultan tareas arduas e imprescindibles para la tarea. Saber transmitir mensajes del regulador, de auditoría, la necesidad de recursos o extensiones de plazos a la hora de asesorar.
- Tenacidad para enfrentarse a situaciones complicadas: habilidad que se potencia dado que es muy frecuente que se tenga que enfrentar a situaciones adversas – ya sea de cara con el regulador o con el negocio –, soportar el estrés y salir airoso.
- La cara visible del regulador: saber gestionar las peticiones de información, inspecciones, reportes, a tiempo y con la calidad esperada.
- Tener visión de presente, de futuro y adelantarse a lo que puede venir: ya sea como estrategia de mercado o de un futuro riesgo regulatorio. Capacidad analítica para, en su caso, paralizar en el día a día determinadas operaciones que potencialmente puedan no cumplir con la normativa a la vez que gestionar expectativas de negocio para que éstas se lleven a cabo por los cauces apropiados.
Asimismo, el Compliance Officer verá riesgos donde otros vean oportunidades de negocio, y tendrá que realizar el correspondiente análisis de riesgo cada vez que se vaya a lanzar un producto o servicio nuevo.
- Ser lo suficientemente flexible: Saber decir “sí”, con criterio, y en tiempo y forma. Resultará indispensable cierta flexibilidad para no ser considerado como un profesional en contra de negocio al que nadie quiera consultar; pero, al mismo tiempo, saber decir “no”, cuando sea necesario. Ser perseverante, y no rendirse frente a posibles confrontaciones. Ser realista e idealista al mismo tiempo no es tarea sencilla, pero es fundamental, para entender los límites de su entorno y atreverse a cambiar la cultura.
- Buen conocimiento del negocio y de interpretar las normas para posibilitar el negocio: Se debe de tener una visión de lo que se está haciendo en la empresa, pero también de lo que se va hacer. Si es necesario, preguntar, ahondar, hasta alcanzar la compresión total del negocio ya que, si no será muy complicado identificar y gestionar adecuadamente sus riesgos normativos, entender la cultura de la empresa, el mercado, el entorno global, regional o local.
- Asunción de responsabilidad penal para el caso de responsable de departamento: No nos olvidemos del hecho de que, ante la comisión de cualquier delito, el Compliance Officer podría ser una figura relevante en un procedimiento penal, resultando autor, cooperador necesario u cualquier otra figura según el caso, tenido en cuenta de que éste es garante de las situaciones de riesgo penal grave que puedan generarse dentro de su ámbito funcional, y por tanto, responde penalmente cuando conozcan, dentro de este ámbito, que el delito está en trance de producirse, o que existe una alta probabilidad de que se cometa, y no actúe.
- Labor de control: En ocasiones puede resulta la función más mecánica, si bien es cierto que la labor del Compliance Officer siempre es buscar la mejoría de dichos controles, por lo que es una “monotonía manejable” y dependiente de cada profesional del sector, que se combinan con otras funciones más apasionantes.
Espero que con las directrices anteriores, si bien no pretendo elaborar una lista exhaustiva, os ayude a encaminar vuestra decisión hacia este sendero tan apasionante.
Nos vemos en el siguiente post.
Un abrazo
Elena