En esta última entrega, los siete socios de ASCOM consultados por este blog, Francisco Caamaño, Alain Casanovas, Francisco Bonatti, Adriana Antich, Pilar del Rio, Iñigo Gómez y Esmeralda Iranzo nos explican cómo creen que van a ser los futuros programas de cumplimiento normativo.
Francisco Caamaño considera que “existen acciones voluntarias que, por aceptación, convicción y generalización, acaban sintiéndose como obligatorias. Ese es, a mi juicio, el futuro de los programas de cumplimiento”.
“Sin ser un deber legal, la racionalidad que los sustenta y las ventajas que aportan terminarán por hacernos creer que una organización no puede funcionar sin él. En ese momento, la cultura de compliance estará definitivamente consolidada”, aclara.
Por su parte, Alain Casanovas destaca que “disponer de modelos de Compliance se ha convertido en una necesidad para aquellas organizaciones comprometidas con el buen gobierno corporativo y que apuestan por mantener su actividad durante el mayor tiempo posible (sostenibilidad)”.
“La Sociedad, incluyendo las administraciones públicas y otros grupos de interés, cada vez otorgan una mayor importancia a estos factores, alejándose de aquellas organizaciones no alineadas con ellos”, añade.
En su opinión, “aunque no lo percibamos, actualmente atravesamos una etapa histórica donde se definirán aquellas organizaciones de primer nivel alineadas con las buenas prácticas y las que no lo están, sin que vayan a mezclarse las unas con las otras. La pregunta a los gestores en las organizaciones es, ¿en qué grupo quisiéramos estar?”
La opinión de Francisco Bonatti señala que “es evidente que la tendencia de exigir a las organizaciones cada vez más esfuerzos en materia de Buen Gobierno y Compliance no va a retroceder, sino que se va a incrementar, porque los riesgos que gestionan estas organizaciones son cada vez más notables y se ha demostrado que el Buen Gobierno y el Compliance son factores clave para la sostenibilidad del sistema económico”.
Este jurista advierte que “debemos ser muy conscientes que la economía global, tal y como se ha venido desarrollando a lo largo del S XXI, está en este momento puesta en duda y que su futuro es tan incierto como el de las propias organizaciones”.
Y es que “la pandemia provocada por el COVID 19 es de tal impacto y magnitud que es difícil hacer una prospectiva fiable, salvo en el hecho que deberemos estar muy preparados para adaptarnos al cambio en todo momento, y que los riesgos que hoy no nos parecen relevantes, mañana pueden convertirse en riesgos críticos”.
Bonatti cree que “vamos a ver funciones de compliance mucho más transversales incluso en organizaciones de menor tamaño, porque esta crisis ha desvelado la transversalidad de las amenazas que debemos afrontar y la interconectividad que debe establecerse entre todos nuestros sistemas de gestión. Por ahora, esta creo que es la senda que vamos a seguir: consolidar desde una mayor transversalidad y muy atentos a los grandes cambios que se avecinan”.
Sobre los programas de compliance, Pilar del Rio revela que “antes de la crisis sanitaria, las empresas más sensibles estaban tratando de asentar estructuras de supervisión válidas y eficaces, a su ritmo”.
“Probablemente el parón económico lleve a ralentizar este proceso en algunas de ellas, salvo en las que su mercado (clientes, países, etc.) es obligatorio o exija una profundización en su gestión. Sobre todo, en áreas de diligencia debida con terceras partes”, subraya.
Esmeralda Iranzo es de los que indican que tendrán un buen futuro estos programas de cumplimiento normativo “fundamentalmente, porque en esta materia no existe vuelta atrás, y es así por varias razones: la primera, si observamos la evolución del año 2015 al año 2020 lo que podemos afirmar, sin temor a equivocarnos, es que ya se ha reformado en una ocasión el Código Penal, 2019, para incrementar el catálogo de delitos que generan responsabilidad penal en la persona jurídica”
Como segunda razón esgrime “que las empresas que apuestan hoy en día por implantar un programa de Compliance en su organización, lo hacen para disponer de una cultura de cumplimiento, y no exclusivamente por atenuar o eximir la pena en caso de responsabilidad penal”
“Y como a tercera y última, una empresa que tiene un buen sistema de gestión de riesgos implantado, compite mejor en el mercado por generar mayor confianza y resultar más eficiente en sus procesos”.
En el caso de Iñigo Gómez, advierte que habrá una evolución en dichos programas de cumplimiento “en mi opinión, el futuro de los programas de compliance será-espero- perder su liderazgo como adalid del cumplimiento-posición que tuvieron en el 2010 con la reforma del Código Penal-y dejar ese espacio para la Cultura de Cumplimiento”.
“Es éste el término que en el futuro debe aglutinar la personalidad de una organización, el ADN de su forma de hacer negocios y, dentro de esto, y como una estructura importante, pero sin menos foco, los programas de compliance como producto o resultado de esa cultura y no como motor que la impulsa o crea…”
Este experto considera que “hay demasiada presión por tener un programa de compliance y quizás todavía no tanta de ser un buen ciudadano corporativo. Sin lo segundo, con lo primero no nos alcanza”.
Para Adriana Antich, el auge de estos programas de cumplimiento será mayor en el futuro “Visto el crecimiento que ha tenido en los últimos años, no tengo ninguna duda de que cada vez serán más las empresas que contarán con programas de compliance. En este sentido, ya son muchos los directivos y administradores de empresas que ven los programas de compliance como una ventaja competitiva, dado que genera confianza en los stakeholders, algo muy valorado en estos tiempos de crisis”.
“En todo caso, y respecto aquellas empresas que ya cuentan a día de hoy con sus programas de compliance, creo que en los próximos años éstos irán perfeccionándose y seguirán adecuándose a la realidad de cada una, por ejemplo, en el caso de aquellas empresas que expandan sus negocios a nivel internacional o que incorporen nuevas ramas de actividad”.